VERÓNICA DE LA LUZ
Si escuchas la palabra bambú, quizá pienses en un oso panda alimentándose con una rama. Sin embargo, esta planta de la familia de las gramíneas, es una alternativa para generar recursos económicos para las personas y, sobre todo, es considerada como una de las soluciones al cambio climático.
En Cuetzalan, municipalidad del estado mexicano de Puebla, ya empezaron a escuchar el estruendo de la lluvia, que les dice que, de los recursos naturales, se toma solo lo justo y se devuelve lo posible. Por eso es importante reforestar con bambú.
David Garrido Bonilla está a cargo de Tosepan Bambú Ojtatsentekitini, miembro de la gran unión de cooperativas Tosepan. Cuenta que, desde los años 2002 y 2003, el bambú comenzó a propagarse en la Sierra Norte para colocarse como barrera viva, y así evitar inundaciones o efectos de los huracanes.
Los agricultores empezaron a ver el bambú como alternativa para sustituir la madera y para crear fuentes de empleo. Esta planta tiene una gran ventaja, y es que sus raíces se multiplican solas o se regeneran, como el pasto. De un bambú sembrado, crecen 20 o hasta 100 culmos (tallos) en un año. Este proceso se lleva a cabo en junio.
A un árbol de otra especie –explica David-le toma unos 15 años madurar y ser explotado, pero puede llegar un día en el que arrasemos con todos y ¿qué quedará?, esperar ciclos largos para recuperar esa fuente de oxígeno. En tanto, un bambú se puede aprovechar desde los 3.5 años de vida.
David cuenta que cerca de 500 agricultores de los municipios de Cuetzalan, Hueytamalco, Ixtepec, Zapotitlán de Méndez, Zoquiapan y Tuzamapan de Galeana son socios productores de bambú. Cada uno tiene plantas que se usan para explotación, es decir, que sus culmos (tallos o troncos) se convertirán en muebles, pero también tienen como tarea, reforestar.
De cada 4 generaciones que tiene una planta de bambú, una se aprovecha por el hombre, y otras tres son para reforestar. Aprovechar el entorno, pero solo para la autosuficiencia es el objetivo de los y las integrantes de esta cooperativa.
En sus primeros 6 años, el bambú se dedica a echar raíces. Después de ello, ya puede ser utilizado para aprovechamiento en elaboración de muebles. Al octavo año (3.5 pulgadas de diámetro) el bambú ya tiene suficiente resistencia para mayor uso, como construcción.
EL BAMBÚ DEBERÍA SER CONSIDERADO UN PRODUCTO DE CULTIVO
Alberto Jiménez Merino, agricultor y exfuncionario estatal, señala que el bambú no es visto como un producto de cultivo, ni como una planta que puede ayudar a mejorar la calidad de vida. Sin embargo, se ha comprobado que es una barrera natural, que reduce la erosión y filtra el agua de lluvia.
Recuerda que en octubre del 1999 se desbordó el río Apulco en la Sierra Norte y, en el año 2000, en lugar de poner una barda de piedra, se puso una barrera natural contra desbordamientos: la primera en América Latina. Después, ello se hizo programa para apoyar la siembra de esta gramínea.
En su época como secretario de Desarrollo Rural de Puebla, se dio auge y apoyo a la producción de bambú. Después, al cambiar de gobiernos y de partidos políticos, se borró este esfuerzo.
Por ahora, el bambú no podido saltar la barrera de las 5 mil hectáreas en Puebla, aun cuando tiene gran potencial contra el cambio climático. El experto calcula que apenas se han sembrado 800 hectáreas de bambú en más de 100 municipios, de los 217 que tiene el estado.
China e India son dos países productores de bambú, donde hay bosques y viviendas de ese material. Jiménez Merino reitera que los bosques de bambú son renovables en menos de 5 años, y en ese tiempo, los culmos ya sirven para elaborar productos como palos de paleta o abate lenguas.
Las políticas agroalimentarias todavía no incluyen el bambú en México, a pesar de ser una posibilidad forestal, en comparación con los bosques de pinos, que tardan 50 años en madurar y que son de un solo uso.
A la par, como dijo el experto de la cooperativa, el bambú desarrolla “hijuelos”, lo que ayuda a la reproducción de esta especie.
Un informe especial de la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre Comercio y Desarrollo dice que las plantas de bambú no son consideradas como bosques. Esto, pese a que el bambú tiene mejores reservorios de secuestro de carbono que cualquier otro árbol.
“El bambú proporciona aproximadamente un 35 por ciento más de oxígeno y absorbe un 40 por ciento más de dióxido de carbono que otros árboles”, dice el documento “Commodities at a glance: special issue on bamboo”.
Agrega que esta exclusión impide que muchos gobiernos diseñen medidas de mitigación del cambio climático y planes de acción basados en bambú.
La Organización Internacional del Bambú y el Ratán (INBAR) considera al bambú como una de las soluciones al cambio climático. Casi 50 países pertenecen a este grupo, pero no México.
EN LA CIUDAD, UN PARAÍSO VERDE
La siembra de bambú no solo es alternativa para las zonas rurales. En la capital del estado de Puebla hay una granja acuícola en plena urbe, que tiene una barrera de bambú de 1 kilómetro.
El bambú es una barrera natural para ese lugar donde se puede practicar golf y futbol soccer, pero también es fuente de alimento para borregos y para las tilapias que ahí se crían, que son consumidas en la ciudad.
Raúl Peña Calleja, director de El Lago Granja Acuícola, dijo que desde hace 15 años impulsó este proyecto de bambú, planta que ayuda a detener la erosión y a filtrar el agua. Además de que se sabe que esta especie retiene mucho mejor el dióxiodo de carbono (CO2).
En su experiencia, el bambú ha resultado un multiplicador de beneficios porque la hoja –que muchos desprecian- es utilizada por él para mezclarla con otros elementos y alimentar a las tilapias. Algún tiempo, también se la compraban para alimentar a un panda en el zoológico de Chapultepec, en Ciudad de México; el uso es múltiple.
Él piensa que el bambú debería poder sembrarse en jardines o en las laderas de los ríos, como en el caso de la Sierra Norte, para retener agua y evitar inundaciones.
Se calcula que esta planta tiene más de mil 500 usos, entre los que se encuentran vigas, palillos de dientes, palos para paleta, jardinería, persianas, persianas, linderos, follaje para ganado, sábanas y textiles, pisos, carbón, papel, entre otros.
Peña Calleja ve gran potencial al bambú contra el cambio climático. Sus clientes se ven animados por su iniciativa.
CASOS EXITOSOS
Recientemente, el gobierno de Ecuador inició un programa de construcción de vivienda de bambú para mitigar la pobreza. Se utilizó este material por el costo, la resistencia y ocasionar la menor afectación al medio ambiente.
Ahí se dijo que esta política pública resulta un ejemplo para América Latina y El Caribe, debido a que este material ayuda al desarrollo sostenible. De hecho, se comentó que el “bambú” es una planta conocida como “la madera de los sabios”.
Además, en el caso de este programa, ayudará a dinamizar la economía regional.
El proyecto se hizo con apoyo y asesoría del INBAR y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
David Garrido, de la cooperativa Tosepan, dice que las áreas de investigación de las instituciones son las que deben determinar en qué zonas plantar cuáles especies de bambú, pero coincide en que la estrategia de reforestar con esta planta debe llevarse a cabo urgentemente.
En la Sierra Nororiental esperan inversión en cualquiera de los eslabones de la cadena productiva del bambú.
En Hueytamalco, Puebla, la empresa alemana Volkswagen de México está financiando un proyecto de reforestación con bambú y otras especies, de mil 500 hectáreas. Los agricultores locales ven positivo el proyecto, pero saben que no dependerán de la iniciativa privada para seguir con sus objetivos en los próximos años.
MUNDO AUTOMOTRIZ
El gobierno federal señala que el país es de los más atractivos para la inversión mundial, sobre todo en el área automotriz de vehículos eléctricos.
El sindicato y la empresa llegaron a un acuerdo y se evitó la huelga