Desde niño, su papá le enseñó el gusto por viajar. Hoy es su forma de vida.
Minnesota, Estados Unidos
En julio de 1975 tuve la oportunidad de viajar a un campamento de verano en el estado de Minnesota, al norte de Estados Unidos de Norteamérica. Fue mi primer viaje “solo”; tenía 9 años y fue toda una experiencia, desde el viaje al aeropuerto, los vuelos y la llegada al destino.
Menciono “solo” no porque haya hecho el viaje sin ningún adulto o más niños, sino porque no viajé con mis papás. El vuelo fue vía San Antonio, con escala adicional en Dallas/Fort Worth, con destino final el aeropuerto de Minneapolis/St. Paul, que sirve a las dos ciudades “gemelas” de Minnesota.
Después un viaje de muchas horas -según yo a esa edad, pero que realmente fueron tres horas por autobús-, me impresioné por todo el paisaje lleno de bosques y miles de lagos, cosa que ya sabía por el prestigio de Minnesota, de ser el estado de los “10,000 lagos”.
Pasé dos veranos en el campamento “Camp Lincoln for boys”, en donde aprendí diversas actividades deportivas y culturales, y que fue parte de la semilla que mis padres sembraron en mí, de viajar.
Minnesota tiene como capital a St. Paul, y como ciudad más importante a Minneapolis y, entre las dos, forman “Las Ciudades Gemelas”. Cuenta con sitios dedicados al arte y la cultura como el museo de arte contemporáneo Walker Art Center y el jardín de las esculturas de la ciudad.
La ciudad tiene, como el estado, mucha agua; cuenta con 20 lagos y el río Misisipi la cruza. Es una ciudad con mucha educación y cultura entre sus habitantes, con múltiples actividades de teatro, literatura y música.
En la zona está uno de los centros comerciales más grandes del mundo: Mall of America, con más de 500 tiendas que reciben, cada año, miles de visitantes de Estados Unidos y del extranjero.
¡Viajemos juntos!