Desde niño, su papá le enseñó el gusto por viajar. Hoy es su forma de vida.
¡Viajemos juntos!
Durante siglos, las ciudades, pueblos y villas han sido bautizadas con nombres que otros lugares ya tenían. En la conquista del nuevo mundo, se fundaron ciudades a las que se les puso el nombre de alguna que recordaba a la que se había dejado en el viejo mundo.
Así, encontramos regiones con el nombre de Nueva España, Nueva Ámsterdam (después Nueva York) o Nueva Galicia. Esto, en un mundo en donde no había ni siquiera husos horarios porque no se necesitaban, ni tampoco se hubiera entendido su uso; no afectaba a nadie. Es más, poner el nombre de una ciudad era un acto de dominio y de recordar quién había llegado primero a esas tierras.
Así es como muchos lugares en el mundo tienen nombres repetidos. La mayoría de ellos son parte del nombre y algunos son poco reconocibles, y otros son parte de una referencia. San Francisco, Valencia, Mérida y Cartagena se escuchan por varios países y siempre habrá uno de ellos que se tenga más en la mente.
Con el desarrollo de la aviación, las ciudades se acercaron; se facilitó el viajar y ya no era tan romántico tener ciudades con mismo nombre. Posiblemente, San Francisco, en California, no tenga tanto ese problema; sin embargo, ciudades con nombre como León, Valencia o Mérida han tenido confusiones en viajeros que no encontraban la ruta para llegar por poner el lugar que no correspondía.
Un caso que ha provocado hasta a llegar a un lugar tan distante es Portland, ciudad importante del oeste norteamericano que tiene una ciudad homónima en la otra costa, en el este; más de una vez, algún pasajero confundido aterrizó en el aeropuerto equivocado.
Lo importante al reservar un boleto de avión es saber lo siguiente:
¡Viajemos juntos!