Se llama Diego Ramírez. Es de un lugar distinto a Puebla, pero se encarga de llenar las calles de dicha ciudad, de colores.

Vende saleros que bien, se podrían confundir con artesanías de aparador de un hotel boutique. Están hechas a mano, con barro y decenas de diseños que representan la multiculturalidad de nuestro país.

Es originario de Guerrero, pero vio en Puebla y en la zona turística, potencial para vender tanto estos saleros, como sombreros que él mismo pinta.

Cuenta lo difícil de ser ambulante, pues es complicado que la población lo encuentre si requiere alguna de sus artesanías. Sin embargo, por ahora, su negocio es itinerante, mientras alcance el éxito y el dinero para tener una instalación.

La pandemia le ha afectado porque sus ventas son escasas, pero va de un lado a otro, en búsqueda de clientes.