Desde niño, su papá le enseñó el gusto por viajar. Hoy es su forma de vida.
(Soy un berlinés)
En 1963, el entonces presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy, pronunció unas palabras que quedaron para la posteridad y que son un modo de entender a la ciudad de Berlín por quienes la visitan: “Yo soy un Berlinés”, mencionó en el recordado discurso, con el fin de decir que, a pesar del muro de ese tiempo, Berlín es una ciudad para ciudadanos del mundo. Tuvieron que pasar 5 presidentes norteamericanos y 26 años para que el muro cayera y, Berlín y Alemania se reunificaran.
Tuve la oportunidad de viajar a Europa en el verano de 1989; una parte de mi ruta incluía la entonces República Federal Alemana y la República Democrática de Alemania. Para ir de una a otra, se requería visa de turista, así como hacer un trámite especial en la frontera y en la misma ciudad. Berlín estaba dividida en sectores; después de la segunda guerra mundial, la ciudad fue dirigida por las naciones que ganaron la guerra y, así, había sector francés, el británico, el estadounidense (Berlín Occidental, RFA) y el soviético (Berlín Oriental, RDA).
Para pasar del sector estadounidense al soviético, se hacía por el puesto migratorio “Check Point Charly” que ahora es un museo en donde se explica cómo trataron de escapar muchos ciudadanos del lado oriental.
Afortunadamente, ahora es una sola ciudad y un destino muy distinto al resto de Alemania, ya que sus tiempos de aislamiento, la hicieron especial, única y muy cosmopolita y es, desde la reunificación de Alemania, la capital del país.
Entre los puntos más importantes a visitar están La Puerta de Brandeburgo, que es el símbolo de la ciudad; algunas partes que todavía existen del muro de Berlín, el museo de Pérgamo, la plaza Alexanderplatz, el barrio judío, la catedral, el parque Tiergarten así como uno de los lugares más distintos de la ciudad, como es el bario turco o de Kreuzberg.
De los puntos que más recomiendo visitar, uno es el Museo de Pérgamo, que está compuesto por tres proyectos museísticos: el Museo del Antiguo Oriente Próximo, el Museo de Arte Islámico y la colección de antigüedades clásicas.
De éste último, sus obras más emblemáticas son la Reconstrucción de la Puerta de Ishtar en Babilonia, el de Altar de Zeus de la ciudad de Pérgamo, de más de dos mil años, y el salón de Alepo.
La comida berlinesa tiene distintos platillos como el Eisbein, que es un codillo de cerdo en salmuera con sauerkraut y puré de chicharos, carne de ternera Rinderbrust con rábano, y buena cerveza, y salchichas.
¡Viajemos juntos!
Fotos: Unsplash